Los menores en la red

|


Los jóvenes desean ser cuanto antes independientes, ganar en autonomía y hacer su propio camino sin interferencia de los adultos. El ciberespacio es, desde esta perspectiva, un terreno favorable a sus aspiraciones, en la medida en que pueden salir a otro/s mundo/s de manera virtual, lo que les permite diluir en parte, sus temores, en definitiva pueden aventurarse al mundo. El ingreso de internet a los hogares, ha provocado uno de los cambios más importantes dentro de la tradicional estructura familiar: los menores son, por primera vez, quienes enseñan a los adultos.

Las claves del debate

La manera en que Internet se está convirtiendo de forma vertiginosa en una parte de la vida cotidiana está planteando nuevas cuestiones acerca del acceso y las desigualdades; la naturaleza y calidad del uso, sus implicaciones en el desarrollo social y educativo de los niños y, últimamente, sobre el equilibrio entre los riesgos y las oportunidades que plantea para éstos y sus familias. Los niños y jóvenes son vistos con ambivalencia: por un lado son percibidos como la generación digital, pioneros en el desarrollo de las habilidades on-line y con conocimientos tecnológicos superiores a los de los adultos, y por otro, como un colectivo vulnerable, inmersos en un crucial pero frágil proceso de desarrollo social y cognitivo, en el que los medios de comunicación, y concretamente Internet, suponen un riesgo potencial en su formación. No cabe duda de que Internet es una herramienta potente y beneficiosa para los niños, que elimina muchas de las limitaciones de tiempo y espacio que encuentran en el mundo “real”. La Red amplía su acceso a la información para fines educacionales, permite el estudio en equipo, ofrece la oportunidad de contactar con otras personas sobre una variedad casi infinita de asuntos e intereses, y amplía sus círculos con conocidos y amigos on-line.

Riesgos y oportunidades, la naturaleza del riesgo

Los riesgos que generan mayor preocupación son los que tienen una naturaleza social, es decir, los que pueden tener un fuerte impacto en la vida social, emocional y física de los menores. Se ha optado por dividir el peligro potencial en tres categorías: el riesgo procedente de la navegación por páginas web (el daño procede del material o contenido de la web); el riesgo derivado de la participación en servicios interactivos (el daño potencial reside en las personas y en el comportamiento) y los derivados del exceso de tiempo de exposición.

· Riesgos derivados de la navegación por la www


Los menores, de forma consciente o inconsciente, se exponen a material perjudicial y, en ocasiones peligroso, procedente de la Red.

· Riesgos derivados de la utilización de servicios interactivos

Otro de los peligros más significativos es el potencial contacto con desconocidos: posibles pederastas o que pretendan inducir a la comisión de delitos. Existe la posibilidad de que el menor se encuentre, por ejemplo mientras “chatea”, con invitaciones de personas que desean citarse con ellos, que reciban correos desagradables o sean víctimas de acoso.El gran peligro que tiene Internet para propiciar contactos cara a cara es muy superior al que supone la mera recepción o visualización pasiva de un material, incluso aunque éste sea altamente inapropiado. Sin embargo, y aunque evidentemente estos peligros existen, no son exclusivos de Internet y es posible también encontrar situaciones similares en entornos físicos.

· Riesgos derivados del excesivo tiempo de uso

La constante exposición de los menores a los medios, subordinados a la pantalla, anula la capacidad para realizar análisis críticos de la realidad, la creatividad y el pensamiento abstracto -normalmente unidos a los textos escritos-; adicción y aislamiento social. Sin embargo, están quienes afirman que, por el contrario, un buen uso de la Red puede potenciar las relaciones con los compañeros e incluso mejorar la comunicación entre la familia y los educadores.
El principal riesgo, objeto de estudio de la presente investigación, es el que se genera con el potencial contacto con desconocidos: posibles pederastas o que pretendan inducir a la comisión de delitos. Existe la posibilidad de que el menor se encuentre, por ejemplo mientras “chatea”, con invitaciones de personas que desean citarse con ellos, que reciban correos desagradables o sean víctimas de acoso.
El gran peligro que tiene Internet para propiciar contactos cara a cara es muy superior al que supone la mera recepción o visualización pasiva de un material, incluso aunque éste sea altamente inapropiado. Sin embargo, y aunque evidentemente estos peligros existen.
Dentro de este espacio virtual, interactúan de la misma manera que en el mundo físico, participan de la construcción de vidas y círculos sociales donde buscan e intercambian información, se comunican y confían en amigos y pares, conocen e interactúan con extraños, pero también buscan desafiar la autoridad, información considerada como tabú, ingresan a zonas prohibidas, sienten miedo, estrés y ansiedad.



Riegos en la red

|

Internet en los últimos años ha dado lugar a nuevas formas de comunicación, en donde los niños gracias a su innata curiosidad y facilidad de adaptación, se han convertido en usuarios, siendo éstos los más vulnerables, pues son víctimas potenciales de actividades ilícitas (pedofilia, pornografía y prostitución infantil) y disponen de fácil acceso a contendidos inapropiados para su edad. Esta tecnología digital, ha cambiado el modo de producción, distribución y uso de la pornografía infantil, pues cada vez más pedófilos elaboran su propio material para compartirlo con otros. La misma herramienta que les acerca el mundo a las manos, puede ser una cueva de peligros para chicos y jóvenes que se exponen cuando publican sus fotos, facilitan datos a gente que no conocen y hasta tienen citas con ellos. Muchos padres no tienen idea con quiénes chatean, pocos los supervisan mientras navegan y casi ninguno usa filtros para protegerlos. El rasgo distintivo de Internet está en brindar a los usuarios un mundo sin fronteras, donde pueden establecerse múltiples relaciones con otras personas. Esa característica facilitadora y esa función comunicativa, tienen (entre otros) un efecto totalizador por el cual el usuario siente que pertenece a un mundo que antes le resultaba inaccesible (o que bien desconocía por completo). Este efecto totalizador carece de antecedentes culturales y por lo tanto sitúa a los usuarios frente a una nueva percepción de la sociedad y de la cultura, como realidades globalizadas. En el ciberespacio la globalización no constituye un concepto sino una experiencia. Esto implica, que los usuarios actuales están viviendo un proceso de aprendizaje social. La cultura de Internet, se encuentra en plena etapa de formación y puede considerarse a ellos como una generación de transición hacia nuevas pautas de comportamiento social.